lunes, 16 de abril de 2012

LA CAÍDA DE LA CASA REAL

No hace falta ser antimonárquico, ni comunista recalcitrante, para determinar objetivamente, que la monarquía española y la figura del actual monarca, Juan Carlos I, han perdido por completo el favor popular. Y digo popular, refiriéndome por supuesto, al pueblo llano, a los trabajadores y empleados públicos y privados, a los agricultores y ganaderos de pequeñas explotaciones, a los estudiantes del sistema público, etc.
Hay otra parte de la ciudadanía, que no se pueden adscribir al pueblo como tal. Empezando por que ésas mismas personas, no se identifican con el pueblo y que son la minoría de la sociedad. Hablo por supuesto, de la nefasta clase política, sobre todo del PP y del PSOE, cuyas cúpulas dirigentes se han posicionado del lado de los poderosos, de los dueños del dinero y que se han cuidado muy mucho, de criticar las actuaciones patéticas de la monarquía y su extensa y corrupta parentela. Obviamente, también los grandes latifundistas, acaparadores de la tierra española, pertenecientes a las grandes y aristocráticas familias de la “nobleza”, cuyos rancios historiales de crímenes, robos y apropiaciones abusivas, encuentran un eco de reconocimiento y proximidad a la familia del borbón.
La casta militar, de la que el rey es comandante supremo, sin haber estado nunca en un frente de batalla, como buen ejemplo de soldado de cartón, es también uno de los valedores de la monarquía. Haciéndole el juego patético de las medallitas y condecoraciones, desfiles y marchas marciales, como si en algún momento de su parásita vida, hubiese hecho algo más heroico que asesinar animales indefensos.
No podemos olvidarnos, que la mayoría en éste desdichado país, somos curritos de a pie, gente sin privilegios de clase, ni favorecidos por prebendas o corruptelas. Personas normales y corrientes, que se buscan la vida de la mejor manera. O mejor dicho, como los sátrapas gobernantes de turno nos permiten.
Si la corrupta, insolidaria y encima extranjera familia real, persiste en sus viles comportamientos neofeudales, estará abonando la tierra donde germina y crece el descontento de la masa social, el pueblo. Mismo que se reconocerá legitimado para sacudirse el yugo monarcal y político, para proclamarse nuevamente libre y republicano. Cuando el momento llegue, que llegará, deberemos estar prestos a empuñar el arma, material o ideológica, con la que recuperar la libertad para decidir nuestro destino.

 http://www.diario-octubre.com/2012/04/16/la-caida-de-la-casa-real/

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