sábado, 27 de junio de 2015

La lucha de los McCain: contra el comunismo y contra Rusia



PUBLICADO POR  en: http://slavyangrad.es

El American Council for World Freedom (ACWF) se constituye en Estados Unidos en 1970. Sus dos grandes objetivos se resumen en el apoyo a la libertad e independencia de las llamadas naciones captivas, tanto en Europa como en Asia, y en la preservación de la seguridad nacional y la independencia de los EEUU. Sus principales enemigos son el comunismo, la Unión Soviética y Rusia.
La diáspora ucraniana en Estados Unidos, a través de la UCCA, la principal organización de esa diáspora en aquel país, tiene un papel decisivo en la iniciativa. De hecho, será el único grupo de base etno-nacional en integrarse en la ACWF. La participación de líderes con origen ucraniano en el movimiento anticomunista de EEUU se convertirá a partir de entonces en una constante. El más significativo de estos líderes, Lev Dobriansky, asume la vicepresidencia de la ACWF a primeros de los 70 antes de convertirse, entre 1976 y 1980, en su Presidente. Activista anticomunista radical, Dobriansky había destacado hasta entonces por su defensa de la liberación de las naciones captivas. Walter Dushnyk es otro de los ucraniano-americanos que se mantendrán en las estructuras directivas de la ACWF.
La dimensión anticomunista de la ACWF lleva a este Consejo de más de treinta entidades anticomunistas a convertirse, entre 1970 y 1975, en la filial norteamericana de la Liga Anticomunista Mundial (la WACL, en referencia a la denominación inglesa, World Anti-Communist League). Entre 1975 y 1980, la ACWF inicia un cierto periodo de alejamiento de la WACL. Aunque algunas fuentes señalan el origen del conflicto en la posición abiertamente fascista de algunos grupos afiliados a la Liga Anticomunista, otras vinculan el distanciamiento a la retórica anti-Estados Unidos de ciertos miembros latinoamericanos, en particular de México y Brasil, entre ellos Los Tecos de Guadalajara. La ACWF no dejará sin embargo de enviar observadores a las Conferencias de la WACL.
A partir de 1981, el United States Council for World Freedom (USCWF, Consejo de Estados Unidos para la Libertad Mundial) hereda la trayectoria de la ACWF y vuelve a recuperar, a través de su nuevo líder, el General John Singlaub, la conexión con la WACL. El USCWF asume a partir de entonces el liderazgo del movimiento anticomunista mundial, radicalizando el mensaje contra la Unión Soviética. Para entonces, el componente fascista de los grupos de apoyo de algunas zonas, en especial en Latinoamérica, no sólo no había desaparecido sino que se había acentuado. Los sucesos de la década de los 80 en Nicaragua, Honduras o El Salvador lo iban a demostrar con creces. La USCWF y la WACL apoyarían sin matices la violenta batalla anticomunista que se iba a desarrollar en el continente americano o en Afganistán.
La continuidad entre la ACWF y el USCWF queda plasmada en el mantenimiento en las estructuras directivas de muchos de los antiguos miembros de la ACWF. Como el General Daniel Graham, estrecho colaborador de Singlaub, Lev Dobriansky se integra de hecho en el equipo directivo del USCWF a primeros de los 80 antes de ser nombrado por Ronald Reagan embajador en las Bahamas. Durante muchos años, Dobriansky seguirá siendo uno de los elementos de cohesión del anticomunismo más extremo en Norteamérica y de su compromiso firme con los movimientos nacionalistas de países como Ucrania.
El almirante McCain en Taiwan en 1977, para la 10ª Conferencia de la WACL. En esa Conferencia, la WACL envió mensajes de apoyo a los líderes anti-comunistas de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Pero hay otra continuidad que ayuda a entender la actual política antirusa de algunos líderes estadounidenses en países como Ucrania, una herencia de la tradición anticomunista de la Guerra Fría. Se trata del continuado compromiso de la familia McCain con la ACWF y la USCWF.
El padre del actual Senador McCain, el almirante entonces retirado, John Sidney McCain, Jr, se integra en la Junta Directiva de la ACWF en septiembre de 1975, sustituyendo al fallecido General Thomas A. Lane. El acceso a la organización, tras pasar a la fase de retiro, de numerosos generales anticomunistas se perfila de hecho como uno de los rasgos definitorios de la ACWF y, luego, de la USCWF.
Un factor clave por entonces para la seguridad de EEUU, en la visión de estos halcones belicistas, era la voluntad de mantener el control estadounidense sobre el Canal de Panamá.
El almirante McCain mantendrá su compromiso con la ACWF hasta su fallecimiento en 1981. Un año antes, en 1980, la ACWF hace circular la llamada Freedom Platform (Plataforma para la Libertad), traducida en una estrategia de oposición radical a la política de détente y al entendimiento entre Occidente y la Unión Soviética.
La plataforma asumía una política agresiva contra Moscú, el imperialismo soviético y sus colaboradores izquierdistas. McCain era uno de los miembros del Comité encargado de promover la Plataforma.
Tras la muerte del almirante, le sucede en la USCWF su hijo, John S. McCain III, actual senador y ferviente defensor de la nueva Ucrania y de sus batallones punitivos. La cercanía McCain al Batallón Dnipro, a través de su líder Yuriy Bereza, es bien conocida.
John McCain y el embajador de Estados Unidos en Ucrania junto a miembros del batallón Dnper-1

El compromiso de los McCain con la misma causa política está fuera de duda. Tanto el Senador McCain como sus antecesores anticomunistas siempre han defendido la política más agresiva posible contra el comunismo, la izquierda considerada cercana, la Unión Soviética y Rusia, siempre con el argumento de la defensa del mundo libre.
Pero, en esa concepción del mundo, acaban por borrarse los límites entre la defensa de la democracia en los llamados países libres y el uso de la violencia contra los Estados o movimientos opositores. El apoyo a la guerra en el Este de Ucrania que hoy lidera el Senador McCain es heredero de la lucha anticomunista de la ACWF de Lev Dobriansky o del almirante McCain.
Un ejemplo de la dimensión antidemocrática y violenta de esta estrategia política quedó puesta de manifiesto en la Conferencia Inter-Americana sobre Libertad y Seguridad (Inter-American Conference on Freedom and Security) de septiembre de 1975 en Washington. Junto al almirante McCain o la representante del Bloque Antibolchevique de Naciones, Slava Stetsko, sobresalía en aquella Conferencia una presencia llamativa. Era la de Enrique Urrutia, Presidente de la Corte Suprema de Chile y defensor del golpe de 1974 en aquel país. Urrutia fue el encargado de entregar la banda presidencial al nuevo dictador, el líder de la Junta golpista Augusto Pinochet.
En el comunicado final de aquella Conferencia de 1975, uno de sus puntos afirmaba que “había sido el pueblo chileno el que había derrotado al comunismo en ese país” y pedía al gobierno de Estados Unidos que facilitara la ayuda económica y militar requerida para la supervivencia del Chile de Pinochet. Como en el Chile de 1974, en la Ucrania de 2014 el anticomunismo sigue defendiendo lo mismo: el apoyo a la guerra y a los que usan el poder absoluto para aniquilar a los enemigos. Y, también como entonces, un golpe de estado derrocó a un presidente elegido por las urnas.
Enrique Urritia coloca la banda presidencial a Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973. AFP

Hay algo, sin embargo, que parece haber cambiado para siempre. En los países de Occidente, ya casi nadie protesta contra este estado de cosas. Los Pinochet o los Yatseniuk de nuestro mundo lo tienen ahora mucho más fácil.