jueves, 19 de abril de 2012

Discurso en la Camara Alta del Parlamento del Senador Eduardo Lorier, Secretario General del Partido Comunista de Uruguay con motivo de los 40 años del asesinato de los 8 obreros comunistas

Señor presidente, hoy se cumplen 40 años del asesinato de 8 obreros en el local del Seccional 20º del Partido Comunista de Uruguay, en la zona del Paso Molino.

Este crimen, que aún continúa impune, es uno más de una dolorosa y larguísima lista de crímenes de la represión, durante la dictadura y antes, pero por sus características especiales sigue resonando en las conciencias de las mujeres y los hombres demócratas del Uruguay.

En la noche entre el 16 de abril y el 17 de abril de 1972 un comando de las Fuerzas Conjuntas asaltó el local del Partido Comunista, en su interior, como en todos los locales partidarios había un grupo de militantes, en este caso obreros de la zona, desarmados.

En la noche del 16 de abril, los vecinos y los militantes del PCU, vieron movimientos extraños, inusuales, en las cercanías del local. Cuando avanzó la noche, había un numeroso grupo de efectivos de civil, uniformados, camionetas y coches policiales, cerca del local.

Los efectivos militares y policiales y algunos paramilitares de ultraderecha que también participaron balearon a mansalva el local, los vecinos relatan aún hoy con asombro y temor, que parecía una guerra, balas de todos los calibres, de revólveres, de pistolas y de fusiles de guerra impactaron contra las paredes, la puerta de entrada y contra la azotea, donde había un grupo de compañeros de vigilia.

Tiraron desde Agraciada y también desde atrás, desde una casa que ocuparon para ello en Valle Edén. No hubo respuesta desde el local del PCU, no podía haberla, los compañeros estaban desarmados.

En la bacanal de fuego, en los cientos de balas disparadas, cae gravemente herido, de un balazo en la cabeza, el capitán del Ejército, Busconi. En ese momento quiénes estaban a cargo de la operación dijeron que fue un balazo disparado desde el local del PCU. Una mentira más, de las tantas. Esa versión desató aún más la saña asesina.

Los gritos que recuerdan los vecinos y los que sobrevivieron porque no fueron encontrados por los asaltantes no dejaban lugar a dudas sobre la intención de la operación: “Que no quede uno vivo”, “Hay que matarlos a todos”, eran las ordenes y consignas que corrían entre los asesinos.

Algunos militantes comunistas fueron heridos en la balacera previa al asalto y en esa situación fueron sacados a la calle, otros salieron ilesos del local, con las manos en alto, todos fueron recibidos a balazos cuando pisaron Agraciada. Algunos murieron en forma instantánea y otros fueron dejados tirados en la calle, sin atención, en una agonía de horas, mientras se desangraban.

Los que los mataron, repito, eran policías y efectivos militares, en una operación diseñada por sus mandos y ejecutada fríamente. Investigaciones posteriores y denuncias realizadas en este mismo Parlamento, por los entonces diputados del PCU, Jaime Pérez y Rodney Arismendi, probaron sin lugar a dudas que fue una operación planificada fríamente y que estuvo dirigida por el Estato Mayor Conjunto, el ESMACO, dirigido en ese época por el general Gregorio Alvarez, luego dictador.

Así murieron Luis Alberto Mendiola, Raúl Gancio, Elman Fernández, Justo Sena, Ricardo González, José Abreu, Ruben López y Héctor Cervelli.

A 40 años de su asesinato, es bueno, señor Presidente, recordar quienes eran y como murieron.


Luis Alberto Mendiola

Era un obrero, gran parte de su tiempo lo dedicaba a vender El Popular en la textil La Aurora, le decían “El rey de El Popular” por la cantidad de diarios que vendía en fábricas y talleres de la zona, venía de Casupá, tenía 46 años. Se llamaba Luis Alberto en homenaje al caudillo blanco, pero se hizo comunista y murió siendo tal.

Le disparan seis veces. El primer balazo es en la cabeza. La bala lo hiere pero no penetra. El segundo balazo le destroza la cara y sale por la nuca. Los otros disparos son en el hombro, en un brazo y en las piernas. La autopsia registra además que hay en su cuerpo "he¬ridas raras", cortantes como de un arma blanca.

José Abreu

Era obrero metalúrgico. Trabajaba como peón en la sección moldeo de la fábrica Nervión, en La Teja. Tenía 37 años. En 1969 se afilió al Partido Comunista. Tenía cuatro hijos y una mujer jo¬ven, de 22 años.
Le disparan primero un balazo en el pecho que le perfora el pul¬món. Cuando ya está caído en la calle le disparan otra vez. Intenta moverse. No puede. La bala le ha atrave¬sado la médula espinal, y le paralizó las piernas. Se arras¬tra. Se resiste a morir. Finalmente, unas horas más tar¬de, la muerte lo vence.

Ricardo González

Tenía 21 años, hacía pocos meses que se había afiliado al PCU. También obrero, la tarde del 16 de abril estaba jugando al fútbol, cuando llegaron con el aviso de que se necesitaban compañeros para cuidar la Seccional 20º y para allí partió.

Fue ejecutado de un solo balazo en la nuca, según la autopsia le fue disparado desde muy cerca.

Rubén López

Era obrero, aunque en abril de 1972 estaba trabajando en un puesto de verduras cercano al local. Primero le dan un tiro en la nuca y cuando cae le dan otro balazo en la cabeza.

Elman Fernández

Hace 10 años que estaba afiliado al Partido Comunista, obrero y a la vez estudiante de música, siguiendo la tradición de su padre que era violinista de la orquesta del Sodre, a la pasión por la música le unía otra igualmente intensa por el ajedrez. En el momento de los hechos era el sereno de la Seccional 20º.

Muere al lado del Seccional, en la puerta de la casa de Esteban Benlián. El primer bala¬zo, en la pierna, lo hace caer. El segundo balazo, en la cabeza, lo mata.

Justo Sena

Obrero de Nuevo París, hacía changas, vendía diarios y a veces de albañil.
Le disparan tres veces. La primera bala, que le da en el pecho, lo tira hacia atrás. Cae y le dan un balazo en el vientre. Lo rematan en el suelo pero toda¬vía no muere. Con una hemorragia interna llega hasta el amanecer.

Raúl Gancio

Obrero del vidrio, trababaja en la fábrica de CODARVI, en La Teja. Era un referente de la Federación del Vidrio. Tenía 37 años y una hija pequeña a su cargo.
Le disparan una sola vez. La bala lo hiere en el vientre y cae. Agoniza durante toda la noche desan¬grándose. Pide que lo atiendan, pide por su hija, pide que no lo dejen morir. Los efectivos policiales y militares lo dejan desangrar en la calle e impiden que lo atiendan.

Héctor Cervelli

El Torito, como lo llamaban sus com¬pañeros, era obrero metalúrgico y fue uno de los funda-dores del sindicato de los obreros metalúrgicos, la UNTMRA. Vivía en Pueblo Victoria. En abril de 1972 llevaba veinte años en la sección moldeo de la fábrica Nervión y hacía diez años que estaba afiliado al Partido Comunista.
Cervelli estaba con José Machado, uno de los pocos sobrevivientes que luego narró lo sucedido, dentro del lo¬cal, junto a la puerta de acceso. Fue el primero en salir. Machado lo vio caer, después un balazo en la cabeza lo derrumbó también a él.
Los dos hombres quedaron tirados frente al Seccional hasta que una ambulancia los trasladó al Hos¬pital Militar.
Cervelli murió el 28 de abril en el Hospital Militar y es el único de los ocho obreros asesina-dos al que no se le practicó autopsia.

Esos eran los hombres que fueron fríamente asesinados en la madrugada del 17 de abril de 1972.

Vale la pena, señor presidente, llamar la atención en un detalle, varios de nuestros compañeros fueron ejecutados, como probó la autopsia, de un balazo en la nuca, de un tiro de gracia. Modalidad de ejecución que ahora sabemos también se utilizó contra el querido maestro Julio Castro, así podemos sostener, que también en eso la masacre de la Seccional 20º fue un anticipo de lo que vendría después, con la dictadura.

La indignación y la reacción popular no se hicieron esperar. Esa misma mañana comenzó un paro de los trabajadores de La Teja, el Paso Molino y el Cerro y luego se extendió convocado por la CNT a todo el país. Más de 100 mil personas fueron al velatorio y al sepelio. Todas las fuerzas democráticas repudiaron el hecho, legisladores de todos los partidos se hicieron presentes. Queremos recordar, una presencia en especial, el obispo de Montevideo, Monseñor Partelli, fue al local del Comité Central del Partido Comunista a orar frente a los féretros de los obreros comunistas asesinados.
Es que ese día, señor presidente, no sólo se agredió salvajemente, a los comunistas, al movimiento obrero, al Frente Amplio, a la izquierda, en realidad señor presidente y así lo entendemos nosotros, se agredió a toda la sociedad uruguaya democrática, al país entero.

Podríamos hablar mucho, señor Presidente, de las cosas que se dijeron en ese momento, de la posición de la prensa, de los dichos de los parlamentarios del Frente Amplio, de las afirmaciones de los parlamentarios del Partido Nacional y del Partido Colorado, de la actitud del gobierno que presidía Juan María Bordaberry.

Destacar como en esta masacre, operó ya con mucha claridad, la estrategia de la mentira y el ocultamiento, buscando la impunidad por los crímenes. Resaltar como, sin una sola prueba, sin una sola evidencia testimonial o científica, se insistió en hablar de un enfrentamiento armado y en culpar a los asesinados por su muerte.

Baste solamente, señor Presidente, recordar las valientes denuncias realizadas en este mismo ámbito, por los ya mencionados Jaime Pérez y Rodney Arismendi, que enfrentaron las falsedades del informe presentado ante la Asamblea General por el general Magnani. De tal magnitud, fueron las pruebas y testimonios aportados desmintiendo la existencia de armas en el local o de cualquier tipo de enfrentamiento, que como recordara Arismendi años después, el propio general Magnani le dijo anonadado: “Estoy acongojado. Creo que usted tiene razón”. Pero la mentira siguió siendo defendida, señor presidente, y el general Magnani, por su acto de dignidad, fue obligado a renunciar.

La masacre del seccional 20º fue, señor presidente, un aldabonazo a la conciencia democrática del Uruguay, de su gente, de sus trabajadores. Fue otro anuncio trágico de lo que vendría en nuestro país, de la represión sin límites, amparada en el terrorismo de Estado y en la mentira repetida como si fuera verdad. La combinación terrible del terrorismo de Estado, la mentira, el ocultamiento y la impunidad.

Fue tal el odio de los fascistas y los represores con ese Seccional del PCU y con ese episodio, que en la dictadura ocuparon el modesto local del Paso Molino y lo arrasaron. Destrozaron su puerta y su fachada, en la que destacadísimos artistas plásticos habían hecho un homenaje a los obreros asesinados. Mutilaron el busto de Artigas, que estaba en el interior del local, arrancaron cuadros que eran homenajes de destacados plásticos uruguayos y los incendiaron.

Nunca en estos 40 años, señor presidente, los comunistas hemos dejado de recordar a nuestros compañeros, ni siquiera durante la noche negra del fascismo, siempre hubo flores los 17 de abril, en el local de la 20º o en sus alrededores, desafiando la represión y la muerte.

Es que es parte de nuestra identidad, de nuestra formación como comunistas, si, como revolucionarios, si, pero también y fundamentalmente, de nuestra condición de defensores de la democracia y la libertad, por las que tan alto precio hemos pagado, junto con la izquierda y con todos los demócratas de este país.

Al decir de Rodney Arismendi: “los mártires de la 20º están en la memoria junto a los que combatieron la dictadura de Terra, con Brum y con Grauert y los caídos del Morlán y el Río Negro, con los asesinados bajo el pachecato, como Hugo, como Líber, como Susana, como Recalde y otros, más la cantidad inmensa de mártires del período sangriento de la dictadura empezada en el año 73. Desaparecidos cuyos nombres siguen gritando a la conciencia de la nación. Torturados por decenas de miles, niños arrancados de los brazos de las madres”.

Por que sabemos que la defensa de la libertad y la democracia es una tarea permanente, que exige verdad y justicia, que no puede rendirse ante la impunidad. Exige memoria histórica, exige debate, polémica, pero también, unidad ante las manifestaciones de intolerancia y de barbarie, como la que hace tres días acaba de sufrir el local de la UJC con un atentado incendiario, que muestra, que las fuerzas que provocaron tanto dolor y tanta muerte, aún están vivas en nuestra sociedad.

Defender la democracia y consolidarla es profundizarla. Es resolver los problemas más graves de nuestra gente, es construir una sociedad con oportunidades para todos, en la que todos tengamos más derechos y seamos más libres. Esto no es una enunciación de deseos, es nuestro compromiso, de hoy y de siempre, de jugarnos todo por la libertad y por la justicia, como lo hicieron nuestros 8 compañeros asesinados en la Seccional 20º.

Nuestros 8 compañeros viven en la lucha indoblegable por verdad y justicia, que sigue construyendo verdad y rompiendo olvidos. Viven en cada trabajador que se levanta para ganarse el pan y que entrega horas para organizarse y luchar con sus hermanos de clase por un futuro de libertad. Viven en los gurises, hijos de trabajadores, como ellos, que en la escuela pública y en los liceos, conquistan su mañana. Viven en las mujeres que conquistan derechos. Viven en todas y todos los que no se resignan y buscan un mundo mejor.

Por eso valoramos tanto que el Senado haya votado unánimemente habilitar este homenaje. Porque Luis Alberto Mendiola, Raúl Gancio, Elman Fernández, Justo Sena, Ricardo González, José Abreu, Ruben López y Héctor Cervelli, son mártires comunistas, son mártires frenteamplistas, del Frente Amplo recién nacido, son mártires de la clase obrera, pero también son, señor Presidente, mártires de la democracia y la libertad, por ellas cayeron.

Por eso los queremos recordar, en este ámbito, con el espíritu de unidad, el que expresó monseñor Partelli, concurriendo a un local comunista a orar en sus féretros.

Y permitáseme señor Presidente, recordarlos con una frase de nuestro gran Alfredo Zitarroza, en “La canción quiere”: Sombra de Gancio y de Mora, de Fernández, de Mendiola, no canta sola. Quiere ser flor y se cierra, como un puño, que la cuide, eso me pide”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario