Fue liderada por
los bolcheviques bajo la dirección de Vladimir Ilich
Lenin y significó la primera revolución socialista declarada
del siglo XX. La Revolución rusa fue uno de los más importantes hechos ocurridos en la
época contemporánea. Su impacto fue palpable tanto en América como
en Europa. Aunque la Revolución no hizo expandir
el comunismo como un efecto inmediato, les dio a otros países
convulsos del Tercer Mundo un ejemplo a seguir.
Décadas después, el modelo
filosófico/gubernamental tomaría renovada notoriedad a medida que la Unión
Soviética, convertida en un estado socialista y en una superpotencia económica
y militar, se enfrentara a los Estados Unidos en la Guerra Fría.
Las causas económicas de la Revolución rusa
se atribuyen en gran medida a la mala gestión del zar, sumado el Imperio a
la Primera Guerra Mundial. Más de quince millones de hombres se unieron al ejército,
que dejó un número insuficiente de trabajadores en las fábricas y las granjas.
El resultado fue una escasez generalizada de
alimentos y materias primas. Los obreros tuvieron que soportar terribles condiciones de
trabajo, incluyendo jornadas de doce a catorce horas y bajos salarios.
Se desencadenaron cuantiosas revueltas y
huelgas reivindicando mejores condiciones y mayores salarios. Aunque algunas fábricas
accedieron a las peticiones para elevar los salarios, la inflación de guerra
anuló su efecto. Hubo una protesta ante la que Nicolás respondió con
violencia, en respuesta, los trabajadores de la industria fueron a la huelga y
paralizaron de hecho el ferrocarril y el resto de redes de transporte.
Las pocas mercancías que estaban disponibles
no podían llevarse a su lugar de destino. Los precios se dispararon a medida
que los bienes esenciales eran cada vez más escasos.
En 1917, el hambre amenazaba a muchas
de las grandes ciudades.
Las causas
sociales de la Revolución tienen su origen en siglos de opresión del régimen
zarista sobre los desposeídos.
Aproximadamente un 85% del pueblo ruso
formaba parte del campesinado, oprimido por la aristocracia feudal y los
funcionarios imperiales. El vasallaje, asociado comúnmente con la Edad Media, describe
con precisión la situación social de la Rusia de principios del Siglo XX.
La Primera Guerra Mundial sólo aumentó el
caos. La
ingente demanda de producción industrial de artículos de guerra y obreros causó
muchas más insurrecciones y huelgas. Además, como se necesitaban a muchos
trabajadores en las fábricas, los campesinos emigraron a las ciudades, que
pronto se vieron superpobladas, viviendo bajo condiciones que rápidamente
empeoraron.
Para colmo, mientras que la cantidad de
alimentos requerida por el ejército era cada vez mayor, el abastecimiento tras
el frente se empobrecía más y más. En 1917, el hambre amenazaba a la mayoría de las
grandes ciudades. La suma de todos los factores anteriores contribuyó a un
creciente descontento entre los ciudadanos rusos, que posteriormente
desembocaría en la Revolución.
Desde al menos 1904, los trabajadores
de Rusia sufrieron una calamitosa situación económica. Muchos de ellos trabajaban once
horas al día. Las condiciones de salud y seguridad en el trabajo eran
precarias, y los salarios bajaban.
Se produjeron numerosas huelgas y protestas
con el paso del tiempo. Casi todas fueron ignoradas por el gobierno zarista o
reprimidas, en ocasiones de una manera sangrienta.
El fracaso de la política exterior rusa,
especialmente en el Lejano Oriente con el fracasado intento de
conquista de Manchuria y la debacle del ejército y la armada imperial
durante la Guerra Ruso-Japonesa de 1905 causaron hondo malestar
en distintos sectores sociales del país.
Parte de la clase intelectual (educada en
muchos casos en Occidente) también rechazaba la autocracia zarista. En 1915, la
situación se tornó crítica cuando Nicolás decidió tomar el control directo del
ejército, supervisando personalmente el frente de guerra y dejando a su incapaz
esposa Alejandra al cargo del gobierno.
Sobre octubre de 1916, Rusia había
perdido entre 1,6 y 1,8 millones de soldados, a los que había que añadir dos
millones de prisioneros de guerra y un millón de desaparecidos. Poco ayudaron estas
cifras a la moral del ejército. Comenzaron los motines, y en 1916
empezaron a circular rumores de confraternización con el enemigo.
Los soldados estaban hambrientos y faltos de
calzado, munición e incluso de armas. Se culpó a Nicolás de estas calamidades, y el pequeño
apoyo que todavía le quedaba empezó a tambalearse.
A medida que este descontento general y odio
hacia Nicolás II crecían, la Duma (cámara baja del parlamento ruso
representada por terratenientes, ciudadanos, trabajadores de la industria y
campesinos) emitió una advertencia al zar en noviembre de 1916 declarando que
se avecinaba el desastre sobre la nación si no se ponían en marcha reformas
constitucionales. Como era de esperar, Nicolás hizo caso omiso. El resultado no se demoró,
y varios meses después el régimen colapsó durante la Revolución de febrero
de 1917.
El 25 de
octubre de 1917 (7 de noviembre según el Calendario
gregoriano), el máximo líder del Partido bolchevique, Vladimir Ilich
Ulianov (Lenin), dirigió el alzamiento en Petrogrado, la entonces capital
de Rusia, contra el gobierno provisional de Aleksandr Kérensky.
La Guardia Roja, dirigida por los
bolcheviques, se hizo con los principales edificios gubernamentales antes de
lanzar un asalto final sobre el Palacio de Invierno durante la noche
del 7 al 8 de noviembre.
El asalto, dirigido por Vladímir
Antónov Ovséyenko, fue lanzado a las 9:45 PM tras un disparo de salva desde
el Crucero Aurora. El palacio fue tomado hacia las dos de la madrugada del día
8; el 7 de noviembre sería establecido oficialmente como fecha de la
Revolución.
Las heroicas jornadas de octubre —como las
describió el periodista norteamericano John Reed— estremecieron al mundo.
Se abrió una
nueva época para la humanidad. Ningún hecho posterior puede opacar la grandeza
de los bolcheviques rusos. El 7 de noviembre de 1917 se conjugó lo más alto de
la intelectualidad política europea con el espíritu revolucionario de la clase
obrera rusa y la lucha de los campesinos por la tierra y sus derechos.
Las hazañas de 1917 y de los años en que
Lenin tuvo la conducción del proceso constituyen hitos de valor ejemplar e
imperecedero en la lucha de los pueblos por la conquista de la libertad.
Durante años y décadas, los comunistas y el
pueblo de la URSS libraron batallas colosales y alcanzaron, en los
campos económico, social, político, cultural y militar, avances prodigiosos. En relativamente corto
tiempo histórico, convirtieron al empobrecido y explotado país que heredaron en
una potencia mundial de primer orden.
La Revolución rusa fue la primera que ganó
el proletariado, pues la Revolución Francesa –de carácter burgués–
dejó intacta la propiedad privada capitalista de los medios de producción como
sistema económico imperante.
En cambio, la Revolución rusa fue la prueba
tangible que necesitaban los parias de la tierra para estar seguros de que el
sueño de Marx no era irreal.
La Gran Revolución Socialista de Octubre
abrió para la Humanidad una nueva era, la del paso de la teoría del socialismo
científico a la práctica humana del socialismo.
Miguel Fernández Martínez en Cuba, la Isla Infinita
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