Los sucesos de este 11 de septiembre, día nacional de Catalunya, en el
que entre 1 millón y millón y medio de catalanes y catalanas han salido a
la calle a reclamar la independencia de Catalunya dentro de la Unión
Europea, ha conmocionado, a algunos para bien y a otros para mal, a la
sociedad española y catalana.
Los medios internacionales se han hecho amplio eco de la movilización
popular, todos los noticieros españoles y catalanes reproducen las
impresionantes imágenes y las declaraciones políticas de diverso signo,
representantes de la Comisión Europea lanzan declaraciones al respecto y
hasta la televisión pública catalana se pregunta si el FC Barcelona, en
una futura Catalunya independiente, deberá seguir jugando la liga en
España, en Francia o por el contrario si deberá jugar contra la Grama o
el Palamós.
Dentro de la izquierda llamada transformadora, hay movimientos, los más,
encabezados por el líder de EUiA, y de la mano de ICV, han acudido a la
manifestación de la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), junto a
CCOO de Catalunya y sectores del PSC.
La izquierda anticapitalista también ha sucumbido al debate sobre si se
debía apoyar a la manifestación o no, algunos, en sus tenderetes
políticos de la jornada, sorprendentemente lucían banderas
independentistas.
Desde la Izquierda Independentista, representada por las CUP, el PSAN y
Estat Català se aireaban los debates en los que se visualizaba una
profunda división. Por un lado Estat Català y el PSAN se integran en el
proyecto pequeñoburgués escindido de ERC llamado Solidaritat per la
Independència (SI). Por parte de las CUP, en su interior diferentes
corrientes chocan, unas apoyando la manifestación de la ANC, otros
rechazándola por autonomista (solo contempla la independencia de la
comunidad autónoma catalana en lugar de los Països Catalans) y por
apoyar a la Unión Europea.
Dentro del comunismo español y catalán ya empiezan a sonar las primeras
opiniones favorables y contrarias a la independencia catalana.
Lo que está claro es que para el comunismo, y concretamente para los
marxista-leninistas catalanes y españoles, toda aproximación a la
cuestión que se realice al margen del materialismo histórico y
dialéctico, está condenada a convertirse en comparsa de la ideología y
los intereses burgueses.
Humildemente intentaré aportar un poco de luz a la cuestión y contribuir al debate.
Primero es imprescindible hacer una foto fija de la situación hoy, pero
con perspectiva histórica. En esta foto encontramos los siguientes
elementos:
1. Catalunya es una nación. Si recogemos la caracterización que el camarada Stalin hace de nación, no cabe duda al respecto, y dice: “Nación
es una comunidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre
la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y
de psicología, manifestada esta en la comunidad de cultura.”
2. La burguesía catalana, se forma como clase de manera
diferenciada y peculiar, fruto de un proceso propio de acumulación
primigenia de capital, esta burguesía nacional catalana en su pugna con
otras burguesías del Estado español por obtener mejores posiciones en el
mercado del Estado español, necesita de la ideología nacionalista y del
concepto romántico e idealista de nación para consolidar su poder.
3. Estas pugnas inter-burguesas dentro del Estado conviven con
la unidad de todas las burguesías y oligarquías nacionales en un único
bloque oligárquico español, ya que el Estado Español como expresión de
la superestructura de la dictadura del capital, garantizaba la
explotación de la clase obrera y la inserción del estado burgués en la
cadena imperialista, cuestión que finaliza con la entrada de España en
la UE, y el asalto de los monopolios de españoles (y catalanes) de
mercados exteriores, principalmente América Latina y el Magreb.
Esto explica que la burguesía catalana, y en concreto su oligarquía de
apenas 300 familias, oscile constantemente entre su adhesión al proyecto
español y su pretensión de alcanzar el ideal de un estado-nación propio
dentro del bloque imperialista europeo.
4. La crisis estructural del capitalismo, ha afectado de forma
particularmente dura el capitalismo europeo, y de forma dramática el
español. Los monopolios españoles están desinvirtiendo aceleradamente
del exterior, este repliegue manifiesta una clara tendencia en la que el
Estado español ha pasado, en poco más de 3 años, de formar parte del
centro imperialista a posiciones periféricas, de pasar a ser un
candidato a formar parte del club del G8 a estar intervenido por la
troika.
5. Catalunya no es ajena a esta realidad, y los buques
insignia de la oligarquía catalana, como La Caixa, AGBAR, Repsol o Gas
Natural Fenosa, o el Banco Sabadell Atlántico, ven sus posiciones
internacionales y dentro la UE en franco retroceso. El Gobierno
autonómico de CiU está en quiebra, y ha tenido que pedir 5.000 millones
de € para pagar las nóminas, y la quiebra social en Catalunya con unos
índices de paro, pobreza y hambre no vistos en 50 años, con una
educación, una sanidad y unos servicios sociales desmantelándose en
beneficio de los negocios de la oligarquía local. Presentan un panorama
de descomposición que hace peligrar seriamente el poder burgués, al
menos tal y como lo conocemos hoy.
Esta situación interna, muy resumida, nos aproxima algo al clima que
antecede la movilización de este martes. Pero a ello hay que sumar
factores externos. La burguesía catalana, representada por CiU y por
ERC, desde el final de la guerra civil, y sobre todo desde el final de
la II Guerra Mundial ha mantenido estrechos contactos con los gobiernos y
los servicios secretos de Gran Bretaña y Francia, con el Departamento
de Estado Norte Americano, Israel y la democracia cristiana alemana.
Todos estos contactos han estado destinados a mantener dentro de la
agenda internacional (aunque de forma marginal) la cuestión nacional
catalana.
Si contemplamos que en las pugnas interimperialistas, el mayor aliado de la UE, los USA, están objetivamente interesados en un debilitamiento controlado de su competidor europeo.
Y si por último valoramos que el Estado español, en tamaño de su
economía, en demografía y en otros factores geopolíticos, es muy grande e
importante dentro de la UE, por lo que una posible quiebra del
capitalismo español en bloque representaría un golpe durísimo al
proyecto imperialista europeo.
Todos estos elementos acaban de configurar una visión panorámica de lo
que representa la pretensión o la consigna de la burguesía catalana
pidiendo “ser un estado independiente dentro de Europa”. Si
habláramos de los ingredientes de una escudella o de un cocido (a estas
alturas creo que es algo indiferente), estos serían:
- Un capitalismo español en bancarrota.
- Una burguesía catalana que no quiere hundirse en el barco español.
- Unos USA que debilitan a la UE rompiendo uno de sus Estados más grandes.
- Una Unión Europea que valoran romper el Estado Español en
fragmentos más pequeños para compartimentar, aislar, controlar y dominar
una posible quiebra absoluta del capitalismo español.
Mézclese bien y deje hervir. Durante un mes los medios de comunicación
públicos (TV3, 3/24, 33, Catalunya Radio) y privados (AVUI, La
Vanguardia y 8tv –Grupo Godó-, ARA, el Punt, COM Radio, etc) catalanes
han machacado persistentemente a la opinión pública catalana, desviando todo el foco de atención
de la crisis y los recortes de la Generalitat a la cuestión nacional y
nacionalista, a los agravios patrios contra la sufrida y expoliada
Catalunya y a la manifestación del 11S que ya definían como histórica y
masiva.
Se han destinado millones de euros públicos y privados (cercle
d’economia, joves empresaris, Grupo Godó, etc…) a organizar y
subvencionar la masiva movilización. Se han fletado más de 1.000
autocares, los servicios de bus, metro, FGC, RENFE y policía autonómica y
urbana se han puesto al servicio de la movilización.
Todo este derroche de recursos estaba destinado a crear una masiva movilización popular en un estado de éxtasis e histeria colectiva
que yo solo había vivido en Barcelona cuando la campaña previa a la
ejecución en manos de ETA del concejal del PP Miguel Ángel Blanco,
campaña de manipulación y guerra psicológica que duró 48h, y la de la
burguesía catalana ha durado más de un mes, parecía que quien no
asistiera a esa manifestación o no era catalán o era un traidor a la
patria.
Finalmente lo conseguido es situar la independencia de Catalunya en el
marco de la UE en el centro del debate no ya español, si no europeo.
Representantes de la Comisión Europea han realizado dos significativas
declaraciones al respecto, la primera, previa a la manifestación, de
Barroso, diciendo que una hipotética independencia catalana no es una
cuestión interna española si no que compete a la UE. La segunda, a menos
de 24h de haber finalizado la manifestación, por parte del portavoz de
su portavoz, Olivier Bailly, diciendo que la independencia de Catalunya
se debe contemplar en el marco del derecho internacional, y que una vez
independizada Catalunya, esta debería pedir el ingreso en la UE, ingreso
que debería ser concedido por unanimidad (¿España apoyaría el ingreso
de Catalunya en la UE?).
Todas estas declaraciones se pasan por el arco de triunfo la soberanía
nacional española, y el Gobierno Español no ha dicho ni pío, lo que
indica la extrema debilidad y sometimiento del mismo a la UE.
Y ante todo esto, ¿qué dicen los y las comunistas? Pues para gustos,
colores. Aunque la verdad, gran parte de los posicionamientos hoy, están
preñados de chovinismo y nacionalismo, tanto español como catalán.
Hay quienes afirman que Catalunya, como está sometida a una “doble opresión, nacional y social”,
al superar una de las dos, definitivamente, se acerca a la superación
de la otra. Así al independizarse de España y superar la “opresión nacional” se encuentra más cerca de superar la “opresión social”
y por tanto de conquistar el socialismo. Este argumento lo usan tanto
los que están a favor de estar dentro de la UE como los que no.
Por el otro lado están los y las comunistas comprometidos con la sagrada
unidad de España, entendiendo que la unidad del Estado-nación Español
es lo mismo que la unidad de la clase obrera que habita en él.
Personalmente discrepo frontalmente con ambas concepciones, respecto a
los preñados de nacionalismo catalán, por el error fundamental de
considerar la existencia de una “doble opresión” y además en
igualdad de condiciones, y por el uso de un argumento que ya usó la
socialdemocracia y el eurocomunismo español en los 60 y 70, cuando decía
que las conquistas democrático burguesas que planteaba la transición
del franquismo a la monarquía parlamentaria debía ser apoyada por la
clase obrera porque esto nos acercaba más al socialismo. El resultado
está a la vista. Estos planteamientos solamente apuntalan el proyecto de
la burguesía catalana de crear un Estado propio como superestructura
sobre la que mantener la explotación de la clase obrera de una forma
ventajosa respecto a otras burguesías.
Igualmente discrepo de los defensores de la unidad de España
equiparándola a la unidad de la clase obrera, ignorando la existencia de
naciones como forma de un desarrollo diferenciado de las fuerzas
productivas, de las relaciones de clase y por tanto de la lucha de
clases. Apoyando en la práctica, el proyecto burgués del estado
centralista español, como superestructura sobre la que otra facción
burguesa espera mantener la explotación de la clase obrera de una forma
ventajosa respecto otras burguesías.
Ambas posiciones son subsidiarias de la ideología y los intereses burgueses.
Y, salvando las diferencias, reproducen ciertos debates surgidos en el
contexto de la primera guerra mundial en el que se apoyaba a uno u otro
bando en contienda.
La opción de los y las comunistas, y concretamente de los y las
marxista-leninistas, a mi humilde entender, no puede ser subsidiaria de
la burguesía, nunca puede responder a los intereses de ninguna facción
burguesa.
Mi aportación a la cuestión es partidaria de desarrollar un discurso
independiente que corresponda única y exclusivamente a los intereses de
la clase obrera. Partiendo del incuestionable carácter nacional de
Catalunya y de su incuestionable derecho a la autodeterminación, debemos
ser capaces de transmitir en el seno de la clase obrera de todos los
Pueblos de España la necesidad de no caer en esos debates, de no ser la
carne de cañón de una u otra burguesía y de centrar todos los esfuerzos
en la lucha contra el capitalismo para conquistar el socialismo.
Obviamente esto es algo extremadamente difícil, la clase dominante, la
burguesía, ya sea catalana o española, tiene todos los medios
propagandísticos, genera los consensos sociales y tiene todos los
recursos ideológicos para hacer orbitar a la clase obrera entorno sus
intereses y sus coartadas nacionalistas. La ideología dominante es la de
la clase dominante.
Pero no por eso los y las comunistas nos debemos dejar arrastrar por
nacionalismos y chovinismos, hablen la lengua que hablen, usen la
bandera que usen.
Espero que este texto y los elementos aportados al debate y la reflexión, sirvan al conjunto de comunistas.
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