En el contexto de una crisis
económica sin precedentes en Europa, con altos índices de desempleo,
despidos masivos tanto en el sector privado como público y un deterioro
alarmante de las condiciones de vida de la clase trabajadora, sorprende
encontrar un país con una tasa de desempleo de tan sólo un 1 por ciento.
[1]
Se trata de la República de
Bielorrusia, conformada por casi 10 millones de habitantes y presidida
actualmente por Alexander Lukashenko. Este país formó parte de la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hasta 1991.
Tras la desintegración de la
Unión Soviética, Bielorrusia se declaró independiente y mantuvo en su
mayoría el control estatal de la economía. Por ejemplo, la banca
extranjera está prácticamente excluida del país, los bienes y servicios
básicos están subvencionados por el Estado, los precios de venta al por
menor están regulados y el gobierno sigue apostando por las empresas
estatales. De hecho, el 51,2 por ciento de los bielorrusos trabajan en
compañías estatales, el 47,4 por ciento son empleados de empresas
privadas nacionales y el 1,4 por ciento trabajan para empresas de
capital extranjero afincadas en el país.
El propio semanal británico The
Economist, haciendo referencia a un informe sobre Libertad Económica de
la Heritage Foundation dice en uno de sus artículos que “Lukashenko sigue una política de intervención del Estado omnipresente en la economía” y que “el
gobierno niega los derechos de propiedad sobre los bienes comunes,
conservando los recursos naturales, aguas, bosques y tierras bajo
control público”. [2] El Washington Post, por su parte, informa que “la economía de Bielorrusia sigue siendo controlada por el Estado y los alimentos de la nación se cultivan en granjas colectivas.” [3]
Al parecer, este conjunto de
políticas de redistribución de ingresos serían las responsables de los
exitosos niveles de igualdad en la sociedad bielorrusa.
Según informaciones del diario
ucraniano Rabochaya Gazeta, el porcentaje de población de Bielorrusia
con unos ingresos inferiores al baremo que marca el umbral de la pobreza
en la república, descendió por siete en el periodo comprendido entre el
2001 y el 2008, pasando del 41,9 por ciento al 6,1 por ciento. Los
ingresos reales de la población en ese periodo se multiplicaron por 3.
La correlación entre el 10 por ciento de los ciudadanos más acomodados y
el 10 por ciento de los más desfavorecidos, en el 2009 fue de 5,9 puntos
(en Rusia llega al 34). También es un indicador significativamente
inferior que el que registran otros países de la antigua URSS.
Antonius Broek, representante del
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) declaró durante
la presentación del Informe sobre Desarrollo Humano de 2011 que “en Bielorrusia apenas hay pobreza”. Broek aclaró que según el índice internacional de pobreza, Bielorrusia posee el índice casi cero.
Estos datos contrastarían con los
altos índices de pobreza y desigualdad social que mantienen otras ex
repúblicas soviéticas como Polonia, Ucrania, Hungría, Rumanía o Letonia,
que realizaron una “transición” hacia el capitalismo.
Un ‘mal ejemplo’ a seguir
Estos datos socio-económicos son
censurados en los medios de comunicación de masas que se encuentran
controlados por el Gran Capital y que evidentemente responden a
intereses capitalistas.
Estados Unidos y Europa ven a la
República de Bielorrusia como un mal ejemplo a seguir por sus países
vecinos. Se trata de la todavía vigente batalla ideológica entre
Capitalismo y Socialismo. No es casualidad que a menudo la prensa
capitalista catalogue como “dictador” o “autoritario” al presidente
Lukaschenko. De hecho, el Departamento de Estado de EEUU ha ido más allá
y en 2011 financió a cinco partidos políticos y 566 activistas
de la oposición bielorrusa, y apoyó la formación de más de 70
organizaciones de la sociedad civil, 71 periodistas antigubernamentales y
21 medios de comunicación opositores.
Pero más allá de la manipulación
mediática y el acoso de Washington es importante dejar claro que
Bielorrusia es una democracia pluripartidista y con sufragio universal.
Desde el año 2007, 98 de los 110 miembros de la Cámara de Representantes
de Bielorrusia no están afiliados a ningún partido político y de los
otros doce miembros, ocho de ellos pertenecen al Partido Comunista de
Bielorrusia, tres al Partido Agrario de Bielorrusia, y uno al Liberal
Partido Democrático de Bielorrusia. La mayoría de los no-partidarios
representan un amplio abanico de organizaciones sociales como
trabajadores, asociaciones públicas y organizaciones de la sociedad
civil.
Oriol Sabata
[1] CIA World Factbook, 1 de Enero de 2011.
[2] The Heritage Foundation, 2007 “Índice de Libertad Económica”.
[3] The Washington Post, 23 de septiembre de 2005.
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