El comunismo es la juventud del mundo…
Stalingrado, un ejemplo y un legado para la juventud.
Honor al combatiente de la bruma,
honor al Comisario y al soldado,
honor al cielo detrás de tu luna,
honor al sol de Stalingrado.
Pablo Neruda
Por Pável Ernesto Blanco
Los jóvenes comunistas reivindicamos
la aportación histórica de la URSS, por razones ideológicas y
políticas, pero también porqué gracias a ella se garantizó la
supervivencia de la humanidad.
Nos quieren contar una historia que no
se basa en la verdad, sino en mentiras, y es nuestro papel contribuir a
que la verdad fluya, se conozca.
Se nos quiere convencer de que la
Alemania Nazi y la URSS son ejemplos del totalitarismo, idénticos,
buscan equipararlos. Las URSS era un Estado donde el poder los tenían
los obreros y campesinos, donde se construyó una sociedad nueva, el
socialismo-comunismo, y la estadística comprobable de los años 30
demuestra que el nivel de vida de los trabajadores era ya superior al
de los países capitalistas y que para millones de trabajadores en el
mundo era perceptible que otro mundo se construía, y desarrollaban
acciones de solidaridad con el poder soviético. No solo se vivía
mejor, sin los efectos de la crisis de 1929 que azotaban a los
trabajadores en el mundo capitalista (desempleo, hambruna) sino que
nuevas relaciones sociales surgían; ya no había explotación, la
diferencia entre el campo y la ciudad empezaba a diluirse, en la
familia ya no existían las relaciones de opresión y la mujer empezaba a
emanciparse, un pueblo antes analfabeto ahora no solo era culto sino
que producía cultura que enriquecía el acervo de la humanidad. La URSS
era el blanco de los países capitalistas, no solo infamias en su
contra, también operaciones militares, sabotaje a la producción,
espionaje. No es secreto que Inglaterra, EEUU, Japón, Francia y en
general los monopolios acariciaban la idea de que el fascismo alemán
aplastara militarmente la “pesadilla bolchevique”. Alemania nazi era un
país fascista, y sabemos que el fascismo es la forma de gestión por la
que optó el capitalismo y el imperialismo para estabilizar la crisis
de 1929 y frenar la ola revolucionaria desatada por el triunfo de la
Revolución de Octubre. El fascismo es como dijo el héroe proletario
Jorge Dimitrov en el VII Congreso de la Internacional Comunista la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero.
Para Hitler y los monopolios que él representaba no existía algo más
odiado que la URSS y por ello desató una ofensiva militar cruel,
traicionera, que provocó la muerte a 27 millones de soviéticos. Los
fascistas son los enemigos jurados de los comunistas. Y es una verdadera
distorsión querer comparar el mundo nuevo con el decadente y
reaccionario mundo representado por el fascismo.
Otra mentira muy divulgada es el curso
mismo de la guerra. Toda la maquinaria ideológica-mediática está
centrada en magnificar el papel de los EEUU en la Segunda Guerra
Mundial. La verdad es que cuando los norteamericanos desembarcaron en
Normandía ya estaba decidida la derrota de Alemania nazi. La
resistencia heroica del pueblo soviético transformo todo el territorio
de la URSS en un campo de guerra sin tregua para el invasor. En las
puertas de Moscú el ejército fascista alemán obtuvo una contundente
derrota. Pero una de las batallas más significativas fue la de la
ciudad-héroe de Stalingrado que duró más de 200 días y donde el
Ejército Rojo y los partisanos, las milicias obreras y los comunistas,
toda la clase obrera y el pueblo, hombres, mujeres, niños y ancianos,
entregaron todo hasta derrotar al VI Ejército alemán, destrozando así
la columna vertebral de la agresión nazi.
Fue la URSS la que derrotó a la
Alemania nazi, en Moscú, Leningrado, Kursk y Stalingrado, para
finalmente en una oleada liberadora quitar el yugo fascista a los
pueblos europeos, incluido el alemán, culminando la epopeya con la
bandera roja del proletariado ondeando en el Reichstag.
Evocar la importancia de Stalingrado y
la construcción del socialismo en el Siglo XX, viene a ser otro de los
pilares que sostienen nuestro ímpetu, nuestro entusiasmo por defender
algo diametralmente distinto a la barbarie capitalista, misma que con
cada nueva crisis económica que se desata, nos recuerda la implacable
tarea que tenemos los comunistas por derrotar al enemigo.
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