Grecia puede convertirse en otra víctima de las llamadas “revoluciones naranjas”, declaró a RIA Novosti el vicepresidente de la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso), Nikolái Lévichev, al comentar el resultado del referéndum en Grecia.
En el referendo realizado este domingo en Grecia más del 61% apoyó el "No" a las exigencias de los acreedores europeos.
“Es obvio que ni Bruselas ni Washington están contentos con los resultados del referéndum”, dijo y precisó que “sabemos perfectamente que las autoridades indeseables e incómodas pueden ser destituidas al instante como resultado de ‘manifestaciones públicas’ bien organizadas desde afuera”.
Lévichev opina que “Grecia puede tener su puesto en la lista” de los países afectados por las revoluciones naranjas alentadas desde Bruselas: primero en Yugoslavia, luego en Georgia y Ucrania.
Al mismo tiempo, el diputado expresó la esperanza de que los griegos, a diferencia de los ucranianos, tengan “la prudencia para defender su Gobierno, que está luchando de una manera desesperada por conservar su nivel de vida y dignidad nacional”.
“La población griega está frustrada por los 'cuentos' de los euroburócratas sobre su futuro luminoso: multiplicad la deuda, bajad el nivel de vida de la población, y todo irá bien para todos”, indicó.
Lévichev subrayó que “cada nuevo tramo de ayuda de la troika (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) no resolvió, sino agravó la crisis griega de deuda”.
Los importes asignados en el marco del primer paquete de la ayuda no llegaron a Grecia en realidad, al transferirse a la cuenta de los inversionistas alemanes y franceses, precisó.
A juicio del diputado, “el agujero en el que se encuentra Atenas es tan profundo que todas las inyecciones de dinero no estimularon el crecimiento económico, sino que repararon los agujeros en el presupuesto con el único objetivo de mantener a flote a Grecia un poco más”.
La última ronda de negociaciones mostró que se acabó la paciencia de las autoridades helenas, opinó Lévichev.
Según él, “los euroburócratas y su fiel aliado FMI no ayudaron a Grecia, sino a los grupos concretos de inversionistas a cuenta de las futuras generaciones griegas; y este juego tuvo que finalizarse tarde o temprano”.
Grecia mantiene desde hace meses negociaciones con sus acreedores (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI) para reestructurar una deuda de más de 240.000 millones de euros, el monto de los dos rescates que necesitó para evitar el impago técnico en 2010 y 2012.
Anteriormente, el Gobierno de Grecia declaró que estas votaciones se convirtieron en una victoria de la democracia. Por su parte, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, calificó los resultados como "extremadamente lamentables" para el futuro del país.
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