El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha reconocido que
recuerda con “nostalgia” la época de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS) y ha afirmado que, dos décadas después de su caída,
sigue siendo un soviético convencido.
Lukashenko, que creció con el gobierno comunista, ha admitido que
echa de menos esa época. “Aún diría más, no sólo recuerdo con nostalgia
(la URSS), sino que soy soviético”, ha destacado, al recordar que fue el
único diputado en votar en contra de la disolución de la antigua
potencia.
Según el mandatario bielorruso, que ha hablado este viernes ante un
grupo de periodistas, la mayoría de los conflictos de la actualidad se
habrían evitado si la Unión Soviética aún siguiese en pie, según la
agencia de noticias rusa RIA Novosti.
“Oriente Próximo y el mundo árabe no estarían en llamas. No
tendríamos que organizar negociaciones. Desplegaríamos nuestros buques y
nadie se plantearía hacer la guerra”, ha afirmado.
Lukashenko denunció que la clase trabajadora europea está viendo
recortados sus derechos básicos y deterioradas sus condiciones de vida
debido a un sistema capitalista atroz e inhumano.
La República de Bielorrusia, conformada por casi 10 millones de habitantes, formó parte de la Unión de la URSS hasta 1991.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, Bielorrusia se declaró
independiente y mantuvo en su mayoría el control estatal de la economía.
Por ejemplo, la banca extranjera está prácticamente excluida del país,
los bienes y servicios básicos están subvencionados por el Estado, los
precios de venta al por menor están regulados y el gobierno sigue
apostando por las empresas estatales. De hecho, el 51,2 por ciento de
los bielorrusos trabajan en compañías estatales, el 47,4 por ciento son
empleados de empresas privadas nacionales y el 1,4 por ciento trabajan
para empresas de capital extranjero afincadas en el país.
LibreRed
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