Este lunes 21 de setiembre el Partido Comunista de Uruguay cumple 95 años, por éste motívo los comunistas nos concentramos en la explanada de la Intendencia de Montevideo a las 17.00 hs.
El Partido Comunista de Uruguay
cumple 95 años, tantos como los que cumple nuestro querido presidente Victorio
Casartelli. Buen momento, entonces, para recordar nuestras raíces obreras,
artiguistas e internacionalistas, y analizar nuestra perspectiva sobre el
Uruguay, que se alimenta desde la ideología marxista leninista entendida como
guía para la acción.
En aquel lejano setiembre de
1920, en el momento de nuestra fundación, así como luego en el resto de nuestra
vida, las raíces del Partido estuvieron siempre implantadas y nutridas
firmemente por nuestra inserción en las masas obreras.
El Partido no es obrero solo
por su ideología sino también por la composición social de sus filas. En él se
expresa la fusión del socialismo con el movimiento obrero, uno de los rasgos
definitorios de la concepción leninista.
En épocas complejas de la
humanidad, en que para muchos las clases parecen desvanecerse, el Partido
reafirma la existencia de las mismas y la necesidad humana esencial de alumbrar
una sociedad sin clases sociales, sin explotados ni explotadores, una sociedad
con una democratización radical, de libertad plena. En esa tarea, aquella clase
llamada a alumbrar la verdadera historia de la humanidad, dejando atrás su
prehistoria, no es otra que la clase obrera, no sola por cierto, pero si en
primera fila.
Junto con nuestros lazos
indisolubles con la clase obrera, debemos subrayar los vínculos con el
artiguismo, con su teoría y con su práctica de avanzada para la época, con su
capacidad sin igual de relacionarse con las masas populares, cumpliendo con sus
más deseados anhelos, entre otros, el acceso a la tierra. No es casual que los
comunistas consideremos el Reglamento de Tierras, como la ley más avanzada
aprobada y llevada a la práctica en estas tierras de la banda oriental del
Uruguay. Sí es cierto que apreciamos altamente la frase del reglamento, “Que
los más infelices sean los más privilegiados”, también lo es que han sido
comunistas los que pusieron manos a la obra para desenterrar la aplicación del
Reglamento donde esa frase se transforma en hechos concretos, aplicación
sepultada por toneladas de interesado olvido.
Nuestro Partido por su origen y
trayectoria tiene un carácter subrayadamente nacional, pero ello va unido a su
consecuente internacionalismo. Para nosotros patriotismo e internacionalismo
son dos caras de una misma moneda. Y sí, nacimos al influjo de un momento
crucial de la historia de la humanidad, aquel en el que se entrelazan Lenin, el
bolchevismo, la Revolución de Octubre y la fundación de la Internacional
Comunista.
Al decir de Masera,”sea por
instinto certero o lucida reflexión, el Partido entiende como un principio
esencial de su existencia el Internacionalismo proletario, y convierte la
solidaridad internacional activa de los obreros y de los revolucionarios, en
uno de los rasgos de su lucha diaria”.
Con mucho esfuerzo el Partido,
en su labor teórica y práctica, ha ido trabajando esa estrecha unión entre los
rasgos nacionales y patrióticos con un consecuente internacionalismo, que
constituye uno de sus basamentos esenciales.
A ello debemos agregarle otro
valor esencial, la importancia que el Partido le otorga al proceso de
democratización, viéndolo como un proceso de socialización en el que es posible
terminar con la herencia de la sociedad burguesa. Un proceso de democratización
que abarca la totalidad de la vida: la vida cotidiana y la vida económica, las
instituciones y el mecanismo político para las decisiones.
De aquí nuestra preocupación
sobre cualquier estrangulamiento y transformación de los órganos de poder
populares-democráticos en instituciones formales, ya en el propio Partido, en
el FA o en la sociedad. Y, por eso, nuestra defensa del contacto directo del
“abajo” y el “arriba”, su permanente interacción en la práctica donde el “abajo”
representa las demandas y las necesidades de las masas, las que el
revolucionario, circunstancialmente “arriba”, está en condiciones de articular
gracias a esta intermediación viva.
Eso es lo que valoramos de la
Comuna de Paris o de los Soviets. Y de ahí la importancia que le otorgamos a
una creación netamente uruguaya, los comités de base del Frente Amplio.
El nuestro ha sido un Partido
audaz teóricamente. Arismendi y el equipo que lo acompaño en gran parte de su
trayectoria lo demostró en múltiples ocasiones. También de eso se enorgullece
nuestro Partido. Y es nuestra tarea continuar con esa tradición, buscando
siempre comprender la diferencia entre táctica, estrategia y teoría, así como
su relación recíproca, dialécticamente fecundante.
Es nuestra tarea si pretendemos
aumentar nuestra influencia intelectual y nuestro papel en la iniciativa y la
dirección del proceso de democratización. Debemos cuidar de esa herencia,
consiguiendo que nuestra teoría marxista leninista sea fresca y “abierta” ante
los nuevos problemas de la realidad, para que sean formulados los problemas que
ya existen en la práctica social pero que aún no se manifiestan.
Fuimos y somos un Partido
revolucionario y hemos luchado y militado por alumbrar un camino para la
revolución, concebida esta como una etapa histórica de la humildad y a la vez
creación heroica de los pueblos, de todo el pueblo. Por eso nos proponemos,
como reafirmamos en nuestro XXX Congreso, avanzar en democracia, hacia una
democracia avanzada como rumbo al socialismo. No es una mera formulación
teórica, es un objetivo programático, político, un horizonte de lucha. Para
ello hemos sido y somos, constructores de unidad. La unidad de todo el pueblo y
de sus fuerzas motrices, los trabajadores, de los trabajadores con las capas
medias y los trabajadores del campo, y muy especialmente con los intelectuales
avanzados y los estudiantes. La unidad de los trabajadores en una central
única, conquista estratégica de nuestro pueblo. La unidad de la izquierda sin
exclusiones, con esa creación formidable y singular que es nuestro Frente
Amplio.
Pero además no podemos obviar,
que nos ha tocado actuar en una coyuntura negativa, en unas condiciones mucho
más difíciles, en las últimas décadas. Y, a pesar de todo, aquí estamos. A cada
paso, en cada ocasión, sin doblegarnos en la construcción de la vanguardia, un
papel que se demuestra en la lucha y que se fundamente en una comprensión de
que vanguardia y masa son los dos polos de una unidad dialéctica y, en tanto
tales, inseparables.
En esta faena, inmersos,
nutridos, irrigados por la savia viva que nos llega de nuestra inserción en las
masas obreras y trabajadoras en general, estamos atentos y en lucha contra las
desviaciones de “izquierda” y de “derecha “, contra el oportunismo, contra el
sectarismo oportunista. Ni el revisionismo derechista ni el vacuo palabrerío
“izquierdista”, podrán separarnos de una justa línea. Y ello sin caer en el
doctrinarismo pedante y sectario, sin dejar de ver nunca a las masas
confundidas que puede haber detrás de esos errores, masas que objetivamente
forman parte de las fuerzas revolucionarias.
A los 95 años, este Partido, el
Partido de la resistencia, que no sólo habla de un proceso de democratización
avanzada, sino que puso “toda la carne en el asador” cuando de defender la
democracia se trataba, que –reconocido por diversas personalidades y
corrientes- puede llevar el justo título de Partido de la resistencia contra la
infame dictadura cívico militar fascista, este Partido mira hacia delante y ve
la magnitud de las tareas que tenemos planteadas.
Y saca las consecuencias
prácticas de ese otear el horizonte, en medio de la crisis crónica del
capitalismo; todo lleva a la exigencia imperiosa del engrandecimiento del
Partido.
Y ese engrandecimiento, para el
cual están dadas las condiciones objetivas y subjetivas, no puede ser un
crecimiento espontáneo. La planificación del crecimiento unido a la concepción
de ”Partido de masas y de cuadros” , que debemos afinar y matrizar todavía más,
nos lleva a la tarea “de que se desarrolle un Partido con un elevado número de
miembros, provenientes de todos los horizontes, de toda la sociedad uruguaya,
pero con una especial preocupación por las fábricas y de otros lugares de
trabajo, de modo que la proporción relativamente alta, de esos centros
fundamentales de la vida económica y sociales por si sola uno de los medios que
aseguren los vínculos con las masa obreras y populares y una palanca esencial
para manejarlas y dirigirlas…” (José Luis Massera Estudios XV/16 1960 Pág. 30).
Vivimos un momento de crisis
general del capitalismo a nivel mundial y el imperialismo y las transnacionales
han desatado una contraofensiva buscando recuperar sus tasas de ganancia y a la
vez, los espacios de hegemonía política perdidos. Por ello estamos en un
momento de agudización de la lucha de clases, a nivel mundial, regional y
nacional.
Esta lucha reviste espacial
intensidad en América Latina, el lugar donde más se ha desarrollado una
construcción alternativa de espacios de soberanía e independencia. La ofensiva
desestabilizadora del imperialismo en nuestro continente es dura e intensa, lo
vemos en Brasil, en Venezuela, en Ecuador, en Argentina, en Bolivia, en todo el
horizonte latinoamericano. Por eso es tan importante desplegar la solidaridad
internacional, seguir construyendo unidad e integración, ese frente de pueblos
y gobiernos que enfrente esa contraofensiva y sus manifestaciones concretas.
Solidaridad con la democracia en Brasil, solidaridad con la revolución cubana y
reclamo del fin del bloqueo, solidaridad con Venezuela y su proceso bolivariano.
En nuestro país se trata de
desplegar la iniciativa política permanente, el debate ideológico, la
movilización de masas y la consolidación y avance del proceso de cambios. Hay
que cuidar la unidad, las herramientas políticas y sociales del pueblo. Hay que
desplegar toda la acción del bloque político y social de los cambios y acumular
fuerzas, para resolver a favor del pueblo las acciones planteadas. Con el
movimiento sindical y su central única, con los estudiantes, los
cooperativistas, los jubilados, las distintas expresiones de la sociedad
organizada; también en el terreno político con el Frente Amplio, con la acción
parlamentaria y con el gobierno aplicando el programa del FA. Todo ello se
necesita para seguir transformando la realidad.
El planeta entero se enfrenta a
enormes desafíos. En todos lados, lo viejo, ya pasado de maduro, se pudre, pero
lo nuevo todavía no aparece. Se vuelven imprescindibles nuevas relaciones de
producción democrático- avanzadas rumbo al socialismo, para no caer en una
“época oscura” y en la más plena barbarie destructora de seres humanos y de la
naturaleza.
Es en ese momento tan decisivo
que “el Partido pasa a ser una medida del triunfo revolucionario” al decir de
Arismendi.
Por eso, en este 95 aniversario
que coincide con los 200 años del Reglamento de Tierras artiguista, en momentos
en que urgentes tareas lo reclaman, volquemos toda nuestra capacidad, todo
nuestro esfuerzo práctico, para elevar el Partido en la vida nacional, para
luchar por la unidad del querido Frente Amplio, para consolidar y desarrollar
el Espacio 1001 y la profundización de los cambios por nuestro gobierno, por el
afianzamiento del bloque político -social popular y democrático y acercar así
la hora de la emancipación definitiva de nuestro pueblo, parte de la gran gesta
liberadora de toda la humanidad.
(*) Secretario General del PCU
Feliz aniversario compañeros uruguayos, que la lucha siga por mucho mas tiempo
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