martes, 29 de septiembre de 2015

El Tribunal Supremo ruso prohíbe usar imagen del Che Guevara en campañas electorales

Sputnik/Vladimir Vyatkin



















El tribunal Supremo ruso prohibió usar la imagen del revolucionario Ernesto Che Guevara en campañas electorales, según reveló hoy el prestigioso diario ruso "Védomosti".

La prohibición fue dictada al tramitar una demanda contra el partido Comunistas de Rusia por usar la imagen de Che en sus actos electorales durante unos comicios regionales celebrados en 2014.

Pese al argumento de la formación política acerca de que la imagen del "Che" se ha convertido en patrimonio universal como símbolo de la lucha por la justicia, el alto tribunal indicó en su auto que la vigencia de los derechos del autor sobre la imagen y los trabajos del revolucionario no ha expirado.

Comunistas de Rusia -un partido residual que no debe confundirse con el Partido Comunista de Rusia (PCR), segunda fuerza política del país- calificó de desproporcionada la decisión del Supremo y recordó que hasta ahora, en casos similares, los juzgados se limitaban a requisar el material de agitación electoral prohibido.

También el PCR ha denunciado que desde la entrada en vigor de la ley de protección de propiedad intelectual, no ha habido ni una sola campaña electoral en que los rivales no trataran de aprovechar esa legislación para deshacerse de los comunistas.


Fuente texto: http://es.rbth.com/

lunes, 21 de septiembre de 2015

95 años del Partido Comunista de Uruguay














Este lunes 21 de setiembre el Partido Comunista de Uruguay cumple 95 años, por éste motívo los comunistas nos concentramos en la explanada de la Intendencia de Montevideo a las 17.00 hs.




El Partido Comunista de Uruguay cumple 95 años, tantos como los que cumple nuestro querido presidente Victorio Casartelli. Buen momento, entonces, para recordar nuestras raíces obreras, artiguistas e internacionalistas, y analizar nuestra perspectiva sobre el Uruguay, que se alimenta desde la ideología marxista leninista entendida como guía para la acción.
En aquel lejano setiembre de 1920, en el momento de nuestra fundación, así como luego en el resto de nuestra vida, las raíces del Partido estuvieron siempre implantadas y nutridas firmemente por nuestra inserción en las masas obreras.
El Partido no es obrero solo por su ideología sino también por la composición social de sus filas. En él se expresa la fusión del socialismo con el movimiento obrero, uno de los rasgos definitorios de la concepción leninista.

En épocas complejas de la humanidad, en que para muchos las clases parecen desvanecerse, el Partido reafirma la existencia de las mismas y la necesidad humana esencial de alumbrar una sociedad sin clases sociales, sin explotados ni explotadores, una sociedad con una democratización radical, de libertad plena. En esa tarea, aquella clase llamada a alumbrar la verdadera historia de la humanidad, dejando atrás su prehistoria, no es otra que la clase obrera, no sola por cierto, pero si en primera fila.
Junto con nuestros lazos indisolubles con la clase obrera, debemos subrayar los vínculos con el artiguismo, con su teoría y con su práctica de avanzada para la época, con su capacidad sin igual de relacionarse con las masas populares, cumpliendo con sus más deseados anhelos, entre otros, el acceso a la tierra. No es casual que los comunistas consideremos el Reglamento de Tierras, como la ley más avanzada aprobada y llevada a la práctica en estas tierras de la banda oriental del Uruguay. Sí es cierto que apreciamos altamente la frase del reglamento, “Que los más infelices sean los más privilegiados”, también lo es que han sido comunistas los que pusieron manos a la obra para desenterrar la aplicación del Reglamento donde esa frase se transforma en hechos concretos, aplicación sepultada por toneladas de interesado olvido.
Nuestro Partido por su origen y trayectoria tiene un carácter subrayadamente nacional, pero ello va unido a su consecuente internacionalismo. Para nosotros patriotismo e internacionalismo son dos caras de una misma moneda. Y sí, nacimos al influjo de un momento crucial de la historia de la humanidad, aquel en el que se entrelazan Lenin, el bolchevismo, la Revolución de Octubre y la fundación de la Internacional Comunista.
Al decir de Masera,”sea por instinto certero o lucida reflexión, el Partido entiende como un principio esencial de su existencia el Internacionalismo proletario, y convierte la solidaridad internacional activa de los obreros y de los revolucionarios, en uno de los rasgos de su lucha diaria”.
Con mucho esfuerzo el Partido, en su labor teórica y práctica, ha ido trabajando esa estrecha unión entre los rasgos nacionales y patrióticos con un consecuente internacionalismo, que constituye uno de sus basamentos esenciales.
A ello debemos agregarle otro valor esencial, la importancia que el Partido le otorga al proceso de democratización, viéndolo como un proceso de socialización en el que es posible terminar con la herencia de la sociedad burguesa. Un proceso de democratización que abarca la totalidad de la vida: la vida cotidiana y la vida económica, las instituciones y el mecanismo político para las decisiones.
De aquí nuestra preocupación sobre cualquier estrangulamiento y transformación de los órganos de poder populares-democráticos en instituciones formales, ya en el propio Partido, en el FA o en la sociedad. Y, por eso, nuestra defensa del contacto directo del “abajo” y el “arriba”, su permanente interacción en la práctica donde el “abajo” representa las demandas y las necesidades de las masas, las que el revolucionario, circunstancialmente “arriba”, está en condiciones de articular gracias a esta intermediación viva.
Eso es lo que valoramos de la Comuna de Paris o de los Soviets. Y de ahí la importancia que le otorgamos a una creación netamente uruguaya, los comités de base del Frente Amplio.
El nuestro ha sido un Partido audaz teóricamente. Arismendi y el equipo que lo acompaño en gran parte de su trayectoria lo demostró en múltiples ocasiones. También de eso se enorgullece nuestro Partido. Y es nuestra tarea continuar con esa tradición, buscando siempre comprender la diferencia entre táctica, estrategia y teoría, así como su relación recíproca, dialécticamente fecundante.
Es nuestra tarea si pretendemos aumentar nuestra influencia intelectual y nuestro papel en la iniciativa y la dirección del proceso de democratización. Debemos cuidar de esa herencia, consiguiendo que nuestra teoría marxista leninista sea fresca y “abierta” ante los nuevos problemas de la realidad, para que sean formulados los problemas que ya existen en la práctica social pero que aún no se manifiestan.
Fuimos y somos un Partido revolucionario y hemos luchado y militado por alumbrar un camino para la revolución, concebida esta como una etapa histórica de la humildad y a la vez creación heroica de los pueblos, de todo el pueblo. Por eso nos proponemos, como reafirmamos en nuestro XXX Congreso, avanzar en democracia, hacia una democracia avanzada como rumbo al socialismo. No es una mera formulación teórica, es un objetivo programático, político, un horizonte de lucha. Para ello hemos sido y somos, constructores de unidad. La unidad de todo el pueblo y de sus fuerzas motrices, los trabajadores, de los trabajadores con las capas medias y los trabajadores del campo, y muy especialmente con los intelectuales avanzados y los estudiantes. La unidad de los trabajadores en una central única, conquista estratégica de nuestro pueblo. La unidad de la izquierda sin exclusiones, con esa creación formidable y singular que es nuestro Frente Amplio.
Pero además no podemos obviar, que nos ha tocado actuar en una coyuntura negativa, en unas condiciones mucho más difíciles, en las últimas décadas. Y, a pesar de todo, aquí estamos. A cada paso, en cada ocasión, sin doblegarnos en la construcción de la vanguardia, un papel que se demuestra en la lucha y que se fundamente en una comprensión de que vanguardia y masa son los dos polos de una unidad dialéctica y, en tanto tales, inseparables.
En esta faena, inmersos, nutridos, irrigados por la savia viva que nos llega de nuestra inserción en las masas obreras y trabajadoras en general, estamos atentos y en lucha contra las desviaciones de “izquierda” y de “derecha “, contra el oportunismo, contra el sectarismo oportunista. Ni el revisionismo derechista ni el vacuo palabrerío “izquierdista”, podrán separarnos de una justa línea. Y ello sin caer en el doctrinarismo pedante y sectario, sin dejar de ver nunca a las masas confundidas que puede haber detrás de esos errores, masas que objetivamente forman parte de las fuerzas revolucionarias.
A los 95 años, este Partido, el Partido de la resistencia, que no sólo habla de un proceso de democratización avanzada, sino que puso “toda la carne en el asador” cuando de defender la democracia se trataba, que –reconocido por diversas personalidades y corrientes- puede llevar el justo título de Partido de la resistencia contra la infame dictadura cívico militar fascista, este Partido mira hacia delante y ve la magnitud de las tareas que tenemos planteadas.
Y saca las consecuencias prácticas de ese otear el horizonte, en medio de la crisis crónica del capitalismo; todo lleva a la exigencia imperiosa del engrandecimiento del Partido.
Y ese engrandecimiento, para el cual están dadas las condiciones objetivas y subjetivas, no puede ser un crecimiento espontáneo. La planificación del crecimiento unido a la concepción de ”Partido de masas y de cuadros” , que debemos afinar y matrizar todavía más, nos lleva a la tarea “de que se desarrolle un Partido con un elevado número de miembros, provenientes de todos los horizontes, de toda la sociedad uruguaya, pero con una especial preocupación por las fábricas y de otros lugares de trabajo, de modo que la proporción relativamente alta, de esos centros fundamentales de la vida económica y sociales por si sola uno de los medios que aseguren los vínculos con las masa obreras y populares y una palanca esencial para manejarlas y dirigirlas…” (José Luis Massera Estudios XV/16 1960 Pág. 30).
Vivimos un momento de crisis general del capitalismo a nivel mundial y el imperialismo y las transnacionales han desatado una contraofensiva buscando recuperar sus tasas de ganancia y a la vez, los espacios de hegemonía política perdidos. Por ello estamos en un momento de agudización de la lucha de clases, a nivel mundial, regional y nacional.
Esta lucha reviste espacial intensidad en América Latina, el lugar donde más se ha desarrollado una construcción alternativa de espacios de soberanía e independencia. La ofensiva desestabilizadora del imperialismo en nuestro continente es dura e intensa, lo vemos en Brasil, en Venezuela, en Ecuador, en Argentina, en Bolivia, en todo el horizonte latinoamericano. Por eso es tan importante desplegar la solidaridad internacional, seguir construyendo unidad e integración, ese frente de pueblos y gobiernos que enfrente esa contraofensiva y sus manifestaciones concretas. Solidaridad con la democracia en Brasil, solidaridad con la revolución cubana y reclamo del fin del bloqueo, solidaridad con Venezuela y su proceso bolivariano.
En nuestro país se trata de desplegar la iniciativa política permanente, el debate ideológico, la movilización de masas y la consolidación y avance del proceso de cambios. Hay que cuidar la unidad, las herramientas políticas y sociales del pueblo. Hay que desplegar toda la acción del bloque político y social de los cambios y acumular fuerzas, para resolver a favor del pueblo las acciones planteadas. Con el movimiento sindical y su central única, con los estudiantes, los cooperativistas, los jubilados, las distintas expresiones de la sociedad organizada; también en el terreno político con el Frente Amplio, con la acción parlamentaria y con el gobierno aplicando el programa del FA. Todo ello se necesita para seguir transformando la realidad.
El planeta entero se enfrenta a enormes desafíos. En todos lados, lo viejo, ya pasado de maduro, se pudre, pero lo nuevo todavía no aparece. Se vuelven imprescindibles nuevas relaciones de producción democrático- avanzadas rumbo al socialismo, para no caer en una “época oscura” y en la más plena barbarie destructora de seres humanos y de la naturaleza.
Es en ese momento tan decisivo que “el Partido pasa a ser una medida del triunfo revolucionario” al decir de Arismendi.
Por eso, en este 95 aniversario que coincide con los 200 años del Reglamento de Tierras artiguista, en momentos en que urgentes tareas lo reclaman, volquemos toda nuestra capacidad, todo nuestro esfuerzo práctico, para elevar el Partido en la vida nacional, para luchar por la unidad del querido Frente Amplio, para consolidar y desarrollar el Espacio 1001 y la profundización de los cambios por nuestro gobierno, por el afianzamiento del bloque político -social popular y democrático y acercar así la hora de la emancipación definitiva de nuestro pueblo, parte de la gran gesta liberadora de toda la humanidad.
(*) Secretario General del PCU

lunes, 14 de septiembre de 2015

Comunistas de todo el mundo expresan su solidaridad con el Partido Comunista de Grecia


































Los partidos comunistas y obreros que firmamos el presente texto, expresamos nuestra solidaridad con los comunistas de Grecia, ante la difícil batalla electoral del 20 de septiembre.

Llamamos a los trabajadores a la juventud, las capas populares de Grecia, a fortalecer también con su voto al KKE, que defiende combativamente todos estos años sus derecos, contra las políticas antipopulares de los gobiernos , de la UE, del FMI.

El aumento de las fuerzas del KKE es una garantía por el fortalecimiento y la eficacia de las luchas del pueblo griego, por los derechos de la clase obrera, las capas populares, por el derrocamiento de la barbarie capitalista, el poder obrero y popular.


  1. CP of Albania
  2. CP of Australia
  3. Party of Labour of Austria
  4. CP of Azerbaijan
  5. WP of Bangladesh
  6. Communist Party of the Workers of Belarus
  7. Brazilian CP
  8. CP of Brazil
  9. CP of Britain
  10. NCP of Britain
  11. CP of Bulgaria
  12. Union of Communists in Bulgaria
  13. Party of the Bulgarian Communists
  14. CP of Canada
  15. Socialist Workers’ Party of Croatia
  16. CP of Bohemia and Moravia, Czech Republic
  17. CP in Denmark
  18. Pole of Communist Revival in France
  19. Union of Revolutionary Communists of France
  20. CP of Macedonia (FYROM)
  21. UCP of Georgia
  22. German CP (DKP)
  23. Hungarian WP
  24. CP of India
  25. CP of Ireland
  26. WP of Ireland
  27. Tudeh Party, Iran
  28. CP, Italy
  29. Socialist Movement Kazakhstan
  30. Lebanese CP
  31. CP of Luxembourg
  32. CP of Malta
  33. CP of Mexico
  34. Popular Socialist Party - National Political Association , Mexico
  35. Movement “ Popular Resistance” , Moldova
  36. NCP of the Netherlands
  37. CP of Norway
  38. CP of Pakistan
  39. Palestinian CP
  40. Palestinian People’s Party
  41. Peruan CP
  42. Philippines CP (PKP-1930)
  43. CP of Poland
  44. CP of Puerto Rico
  45. Russian Communist Workers’ Party
  46. CP of the Russian Federation
  47. CP of the Soviet Union
  48. Party of Communists of Serbia
  49. CP of Slovakia  
  50. CP of the Peoples of Spain
  51. CP of Sweden
  52. Syrian CP
  53. CP, Turkey
  54. CP of Ukraine
  55. Union of Communists of Ukraine
  56. Party of the Communists, USA
  57. Network of Communist Clubs, USA
  58. CP of Venezuela

14.09.2015

viernes, 11 de septiembre de 2015

A 42 años del golpe de estado en Chile

El golpe de Estado y su contenido de clase anti obrero

Los primeros movimientos de tropa comenzaron la madrugada del 11. A las 6 de la mañana efectivos navales ocuparon las calles de Valparaíso y a las 9 ya se escuchan disparos en Santiago que terminan al mediodía con el bombardeo de La Moneda. El golpe anti obrero estaba en marcha. 


El golpe de Estado y su contenido de clase anti obrero

Ana Lopez  @analopezd Historiadora


El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 tuvo un claro contenido de clase. Los empresarios nacionales y extranjeros, dueños de las fábricas y empresas, de los monopolios de las riquezas nacionales, estaban perdiendo su poder y veían amenazada las bases de su dominación.
La clase obrera ya no se limitaba al programa de gobierno de la Unidad Popular, sino que avanzaba más allá. A la nacionalización del cobre y la creación del Área de Propiedad Social propuesta por el gobierno de Allende, que permitió nacionalizar el cobre y otras áreas de la economía, la clase obrera inició su propio programa de toma de fábricas y expropiación, sobre todo impulsadas por los Cordones Industriales, organismos que se formaron a mediados del año 1972 como una respuesta al paro patronal de los empresarios y camioneros.
Los Cordones Industriales se propusieron como una organización de trabajadores a nivel local (en la fábrica), territorial (en la comuna y junto a otras organizaciones de la zona) y tendencialmente nacional (coordinadora de Cordones Industriales), aunque no alcanzaron a desarrollarse producto del golpe de Estado. Iniciaron un proceso de toma de fábrica, para enfrentar el lock out patronal; se preocuparon de los problemas del abastecimiento –afectada por el paro de transportes- y la distribución, haciendo convenios entre fábricas, con organizaciones poblacionales y sociales para distribuir sus productos; también de la gestión de las empresas. Embrionariamente, eran organismos de auto organización e independencia de clase que comenzaban a plantear el problema del poder a nivel territorial y potencialmente en el poder político y el Estado.
Los Cordones industriales fueron criticados por la CUT, que los acusaba de paralelismo y estuvieron en permanente tensión con Allende y el gobierno. Como señalaba una carta del Comando Coordinador de los Cordones, fechada el 5 de septiembre de 1973 “Antes, teníamos el temor de que el proceso hacia el Socialismo se estaba transando para llegar a un Gobierno de centro, reformista, democráticoburgués que tendía a desmovilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurreccionales de tipo anárquico por instinto de preservación. Pero ahora, analizando los últimos acontecimientos, nuestro temor ya no es ése, ahora tenemos la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo”.
Tras el bombardeo a La Moneda y el suicidio de Allende, los partidos de la Unidad Popular y el MIR se repliegan. Se había llamado a no resistir. En las fábricas y los cordones, cientos de trabajadores esperaron por horas y días, la llegada de las armas o a los militares constitucionales de los que hablaba la Unidad Popular. Lo cierto es que los únicos que llegaron fueron los allanamientos masivos, en los que fueron detenidas miles de personas y trasladadas a los campos de detención masivos, mientras se producían las primeras ejecuciones.
En síntesis, el golpe de Estado y la dictadura tuvo como primer objetivo enfrentar al gobierno de la Unidad Popular y, especialmente, la organización obrera, popular y estudiantil que se expresaba en la organización de los Cordones Industriales o las Juntas de Abastecimiento Popular, para terminar instalando un proceso refundacional, con la aplicación del modelo neoliberal y la destrucción de los basamentos tradicionales del poder político y económico que sustentaron la nación durante largas décadas.

La dictadura cívico-militar

Tras el golpe, se instaló una dictadura cívico-militar que duró casi dos décadas y que produjo importantes transformaciones en el país. La dictadura se sustentó en la Doctrina de Seguridad Nacional, considerando como enemigos de la nación a las organizaciones sindicales y de izquierda, utilizando una política basada en la represión y el terror, proscribiendo los partidos políticos y las instituciones como el Congreso o los partidos políticos, ilegalizando muchas organizaciones sindicales, imponiendo el toque de queda durante largos periodos, con detenciones masivas, allanamientos a empresas y poblaciones, clausura de muchos medios de comunicación. Las violaciones a los derechos humanos se hicieron masivas, con miles de detenidos, torturados, ejecutados, desaparecidos y exiliados.
La dictadura buscó desmantelar los derechos económicos, políticos y sociales conquistados durante años por los trabajadores, los sectores populares y las capas medias, en el ámbito económico, se impulsó la desregulación y apertura a los mercados extranjeros, la financierización económica, la privatización de empresas y servicios públicos para reorganizar la estructura del país; en lo político, se instaló el autoritarismo y se modificó la constitución, en el año 1980, implementando entre otras cosas el sistema binominal y los senadores designados, en lo social se promovió el individualismo, consumismo y el miedo; en suma, un proyecto asociado al modelo neoliberal que modificó sustancialmente la sociedad chilena.
Para lograr este objetivo, era necesario además doblegar al movimiento sindical y los trabajadores, modificando las relaciones laborales y la estructura productiva del país. No solo se reprimió y persiguió a las organizaciones sindicales y sus dirigentes y activistas. Además se inició un proceso de reestructuración y autoritarismo para impedir su funcionamiento. La CUT y otros sindicatos fueron ilegalizados, se expropió sus locales, también se prohibió, con el Bando Militar N° 36 el derecho a huelga, la negociación colectiva, las elecciones sindicales y la posibilidad de demandar reajustes salariales por tiempo indeterminada. Toda reunión sindical debía ser avisada previamente y debía contar con un veedor militar. Además, se crearon nuevas organizaciones afines a la dictadura, para tratar de cooptar al movimiento sindical. Esta política cristalizó en el Plan Laboral del año 1979, que impuso la lógica neoliberal en las relaciones capital-trabajo.

El Plan Laboral Piñera

El Plan Laboral, elaborado por el Ministro de Trabajo José Piñera, marcó un hito en las relaciones entre el capital y el trabajo, culminando un ciclo de fuertes ataques a los derechos laborales. La dictadura se concentraba específicamente en desarticular al movimiento sindical como fuerza política y social, atacando específicamente la relación con los partidos y la política, promoviendo un sindicalismo corporativo o gremial y tratando de atomizar la organización obrera. Según anunciaba Piñera, el objetivo del Plan era claro “lo que se decide es si se les entrega a los sindicalistas el poder para paralizar la economía y tomar como rehén al país; lo que se decide es se decide es si los dirigentes sindicales pueden llegar a tener en nuestra sociedad más poder que los parlamentarios” . En lo laboral, se instalaba la idea de la productividad, atando los salarios a este mecanismo, como también se proponía terminar con la “sindicalización obligatoria… las negociaciones por rama y no por empresa, la huelga con caracteres de chantaje al empresario” .
El Plan Laboral tuvo como eje quebrantar la unidad sindical al posibilitar la existencia de múltiples sindicatos en una misma empresa, estableciendo además la voluntad individual de afiliación y del pago de la cuota sindical, asociando democracia e individuo a la idea de libertad de elección para afiliarse a las organizaciones sindicales, prohibiendo la existencia de sindicatos en los servicios públicos y empresas estratégicas. Este ideario se relacionaba sin duda con el modelo neoliberal que se estaba instalando, cuya concepción de libertad se basaba en un individuo aislado y atomizado. Así, se restringió la negociación colectiva por rama, se anulaba en la práctica el derecho a huelga, al posibilitar la contratación de reemplazantes. También se alentaba la negociación individual, permitiendo que los trabajadores pudieran pactar con la empresa por su cuenta, se propuso además que los empresarios pudieran declarar el lock-out, como medida de presión contra las demandas laborales.
En definitiva, este nuevo plan laboral tenía por objetivo “eliminar al movimiento sindical en su condición de agente socio-político nacional; a constreñirlo a un papel negociador débil en el terreno económico-reivindicativo; y a dejar paso libre a las ‘Leyes del Mercado’ en el plano de las Relaciones Laborales” , el empleador tenía amplias libertades para despedir, negociar los salarios, horarios y demás condiciones de trabajo.

La transición y la postdictadura

La dictadura buscó desarticular y derrotar al movimiento de trabajadores, utilizando la represión, la reconversión productiva y la implementación de una nueva institucionalidad laboral para sus propósitos. La clase trabajadora y sus organizaciones se organizaron para enfrentar estas políticas, realizando importantes acciones de resistencia como paros legales e ilegales, trabajo a desgano, manifestaciones y protestas, pero no lograron paralizarlas. El centro de su acción se enfocaba en la lucha contra los planes económicos y contra la dictadura, demandando la vuelta a la democracia.
A pesar de las importantes movilizaciones, las numerosas y largas huelgas, el ciclo de luchas y reactivación terminó con la imposición del Plan Laboral, que significó una nueva derrota para el movimiento sindical, consolidando un modelo sindical y laboral neoliberal que posteriormente la Concertación de partidos por la democracia profundizó.
La lucha contra el Plan Laboral impulsó una cierta convergencia sindical, que se materializó en la creación del Comando Nacional de Trabajadores, convocando a la primera huelga general contra la dictadura en el año 1983, tras los devastadores efectos de la crisis económica internacional y nacional. Sin embargo las protestas también fueron derrotadas por la política de los acuerdos entre la dictadura y la oposición (que más tarde se agruparía en la Concertación de Partidos por la Democracia), marginando nuevamente a los trabajadores y sus demandas, para organizar una transición pactada que no rompió con la política laboral, ni con el resto de la herencia de Pinochet. Los gobiernos concertacionistas sostuvieron el modelo económico y social de la dictadura; respecto del mundo del trabajo privilegiaron la continuidad por sobre la ruptura justificado por el discurso de la amenaza a la democracia y la estabilidad económica como también por que las relaciones laborales que impuso la dictadura eran parte de la columna vertebral del modelo. Las organizaciones sindicales predominantes, asimilaron también este discurso, lo que se materializó en las políticas de diálogos y acuerdo social que impulsó la CUT durante los gobiernos concertacionistas.
Sin embargo, hoy se reabre el debate estratégico sobre la reemergencia de la clase trabajadora y sus organizaciones, como también la necesidad de luchar contra el código laboral que viene desde la dictadura, una de las grandes demandas del movimiento sindical y que la reforma laboral de Bachelet prácticamente no toca.

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