La Unión de la Juventud Comunista, mucho más conocida como UJC,
y últimamente mencionada por los íntimos como UJOTA; cumple 57 años.
Abordar
la historia de la UJC es una tarea que trasciende largamente las
posibilidades de un artículo periodístico. En realidad es una tarea
pendiente y la UJC merece que se la aborde. En eso están a nivel
académico con por lo menos dos trabajos en marcha. Lo que se publique
será la visión desde la ciencia histórica y desde la ciencia política
del accionar, los aciertos y los errores de la UJC. Será importante, no
hay duda, pero es imprescindible incorporar sentimientos, vivencias,
hechos, impactos personales y sociales; en fin, toda la carnadura vital
de una organización en la que miles de muchachas y muchachos soñaron y
lucharon durante 57 años.
Porque para hablar de la UJC lo primero
que hay que decir es que a lo largo de su historia convocó los sueños,
la militancia y la participación de miles de jóvenes. Y ese es el punto
de vista que pretendemos abordar hoy, modestamente, sin la soberbia de
pensar que podemos recoger ese denso y entrañable entramado vital en
estas pocas líneas. Más bien, intentaremos convencer de que es necesario
realizar el esfuerzo colectivo de reconstruir la historia de la UJC.
Entre todos: los que fueron y ya no son, los que fueron y siguen
sintiéndose parte y los que hoy son.
Se lo merecen todos los que
dejaron años de su vida luchando en sus filas, para que se conozca lo
que hicieron, lo que salió bien y lo que salió mal, lo que sigue
emocionando al recordarlo; y se lo merecen también los que hoy militan
en sus filas y quieren y deben conocer de donde vienen, para definir en
libertad, pero con todo el bagaje posible que los arrope, donde quieren
ir.
Quedan advertidos entonces. A los desencantados y
escépticos mejor abstenerse y leer análisis “neutrales y objetivos”,
estas líneas no lo son, ni quieren serlo.
Celebramos el 57
aniversario de la UJC porque se toma como fecha de su refundación el 25
de agosto de 1955 cuando se realizó su primera convención. Este hecho
se da en el marco del profundo proceso de renovación abierto por el XVI
Congreso del Partido Comunista de Uruguay. Pero antes hubo organización
juvenil comunista en el Uruguay, desde la propia fundación del Partido
como tal. La Federación Juvenil Comunista, antecedente histórico de la
UJC, data de1921. Pero siendo cierto lo anterior, también lo es, que en
el marco de la nueva política definida por el Partido Comunista en el
XVI Congreso, la UJC se consolidó como una organización juvenil de
masas, con gran influencia en el movimiento juvenil y con una reconocida
combatividad de sus militantes.
En estos 57 años transcurridos no hubo lucha juvenil en el Uruguay en que no estuvieran los militantes de la UJC. En la
forja
de la unidad obrero estudiantil que culminara con la aprobación de la
Ley Orgánica de la Universidad; en la conquista de leyes obreras y de
los Consejos de Salarios; en la construcción de la unidad del movimiento
sindical en una central única; en la unidad de la izquierda y la
concreción del FIdeL primero y del Frente Amplio después.
De todo
eso hay generaciones de militantes de la UJC que pueden y deben dar
testimonio. Luego vino la etapa que significó una prueba de fuego para
la UJC y sus militantes: el golpe de Estado y la dictadura fascista. La
dictadura y el terrorismo de Estado tuvieron como objetivo a todo el
pueblo uruguayo. Pero hubo una especial persecución contra los
comunistas y contra la UJC. La dictadura le dedicó hasta un libro: “UJC
escuela de comunismo”, elaborado por la Dirección Nacional de
Información e Inteligencia de la Policía, que fue texto de estudio en
formación docente.
Miles de jóvenes comunistas resistieron en la
clandestinidad, pasaron por la tortura y la cárcel, fueron despedidos o
expulsados de secundaria y la Universidad, obligados al exilio.
Cuando
se habla de la UJC se debe decir que a lo largo de toda la dictadura
sus militantes fueron el recambio para el PCU y el movimiento popular.
Cuatro secretarios de la UJC, pasaron a serlo del PCU cuando la
represión hizo caer las direcciones de este: Jorge Mazzarovich, León
Lev, José Pacellla y Ramón Cabrera. La UJC terminó con Aldo Lista como
“Javier”, el secretario general clandestino, nombre pronunciado con
cariño y compromiso por cientos de muchachas y muchachos.
Cuando
se habla de la UJC hay que decir que pagó un alto precio por no
entregarse y resistir. Allí están, en la casa actual de la UJC, los
rostros de Líber Arce, Susana Pintos, Hugo de los Santos, Ramón Peré,
Raúl Feldman, Nibya Sabalsagaray, Gladys Yañez, Silvina Saldaña, Saúl
Facio, Omar Paita, Alvaro Balbi, Héctor Altesor, Luis Alpuin y Miguel
Mato. Asesinados por la represión policial en las calles, en la tortura,
desaparecidos y caídos cumpliendo con el internacionalismo en
Nicaragua.
En mi caso soy parte de esa generación que se formó
combatiendo a la dictadura, que vivió la recuperación de la democracia,
que se indignó con la impunidad, que batalló por el Voto Verde, que se
sintió morir cuando perdimos, que fue impactada por la caída del
socialismo real, y por la derrota en Nicaragua. La que no encontró los
caminos para seguir juntos en la UJC y vivió con dolor la dispersión.
Luego
vinieron la recomposición, el enfrentamiento al neoliberalismo, la
resistencia a Rama y su intento de renovar la educación a punta de palos
y de autoritarismo. Esa historia la vivieron y la lucharon, a su
manera, con sus alegrías y dolores, otros jóvenes comunistas.
De todo eso hay que hablar y vaya si vale la pena hacerlo. Pero sin embargo hoy quiero terminar estas líneas con dos imágenes.
La
primera, del pasado. La UJC realizó su 8º Congreso en 1986. Durante
cuatro días miles de jóvenes llenaron el Palacio Peñarol, se escucharon
testimonios de la cárcel, de la clandestinidad, del exilio y también de
cómo se estaban desarrollando los gremios estudiantiles, se habló de
sueños, de lucha, de unidad en el Frente Amplio y se habló, como no, de
revolución, de construir un mundo nuevo.
A mí me quedó para
siempre grabado en las retinas y en el corazón el final del 8º Congreso.
El Palacio Peñarol repleto de pie cantando La Internacional, con miles
de muchachas y muchachos tomados de las manos. Cuando terminó aquello
sobrevino una explosión humana de emoción, incontenible. Los abrazos y
el llanto se extendieron como sin querer. Y sin que nadie lo planificara
un grito hizo temblar las paredes: “Lo hacemos de noche, lo hacemos de
día, este es el Congreso que el fascismo no quería”. No hay forma de
escribir lo que se sintió allí y lo que se siente al recordarlo.
Pero
la UJC no es sólo pasado, es presente. Son los gurises de hoy que
pelearon por el Voto Rosado, que lucharon contra la impunidad, que
pelean por construir gremios estudiantiles, que están orgullosos con sus
camperas rojas de las brigadas Agustín Pedroza del SUNCA, que hicieron
la huelga metalúrgica. Los que incorporan con naturalidad temas que
antes costaban horas de debate: la diversidad sexual, el matrimonio
igualitario, la legalización del aborto, la marihuana. Es la UJC que
siente el Frente Amplio y lo defiende, la que convocó a miles de gurises
por la 1001 y Juan Castillo en Plaza Lafone, la que salió a pintar y a
convencer. Es la UJC que edita Líber Arce y lo vende.
Es la que
aquí y hoy, quiere asumir su pasado, sus luces y sus sombras. Es la UJC
que sigue hablando de revolución y soñando un mundo libre, sin
explotación.
Por eso termino con una imagen del presente. El fin
de semana pasado la Casa de la UJC se repletó de gurises en un Encuentro
de Propaganda, discutiendo como hacer para disputarle a la derecha la
cabeza de los jóvenes. Tuve el privilegio de compartir con ellos un rato
de ese encuentro. Los escuché rebeldes e hipercríticos, unitarios,
preocupados y esperanzados. Les vi los ojos empañados de emoción al
escuchar la historia, que también les pertenece.
Y me hicieron
acordar al 8º Congreso. No por comparar lo incomparable. Simplemente
porque se requieren ideas, teoría, iniciativas políticas, claro que sí,
pero se sigue necesitando emoción, compromiso, ganas y decisión de
luchar, para hacer realidad los sueños.
Y eso, emoción y
decisión de luchar, sobraban el otro día en la Casa Nibya Sabalsagaray y
por el privilegio de compartirlo con ustedes les digo: “En la alegría
de ustedes, descubrí mis promesas y todo me parece que empieza”.
Salud a la UJC, a la de antes, a la de ahora, a la de siempre. Feliz cumpleaños, desde la razón, el corazón y las entrañas.
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